Dawn es una chica de catorce años a la que le apasiona el mundo de los caballos. Y entonces llegará un misterioso caballo con el que formará una maravillosa amistad y con él llegarán nuevas personas, y nuevas aventuras.

20 de diciembre de 2010

Capítulo I.

La madrugada de un día a principios de febrero.
Se despierta de un sobresalto, mira   el despertador, las seis de la mañana. Es sábado, y ha vuelto a tener el sueño de siempre.
Mira por la ventana, apenas ha amanecido, se ve nieve sobre el jardín de su casa, siente frío y se vuelve a la cama, intentando volver a dormir, aunque no puede, sigue pensando en el maldito sueño que le lleva la cabeza loca desde hace más de un mes.
Siempre ve un caballo hermoso, color canela, con una mancha blanca en el hocico, que se acerca a ella, se quedan juntos, hasta que, el caballo sale corriendo y se va dejando a la chica triste.
Y siempre es lo mismo, tiene ganas de saber si el caballo existe y sólo es una pequeña predicción del futuro, o si todo es fruto de su imaginación y ese magnífico caballo es un sueño inalcanzable.
Nunca ha tenido un caballo, en sus clases le adjudicaban uno, no siempre era el mismo, envidiaba a las chicas que podían permitírselo y poder cogerle cariño, ella deseaba tener uno, verlo todos los días, alimentarlo, sacarlo a pasear, poder ponerle un nombre a su gusto…
Se aburre, no sabe qué hacer, se pone las zapatillas, baja las escaleras y sale al porche. Leva una manta desde los hombros hasta los tobillos, de repente, todo su cuerpo se empapa, se da la vuelta, el idiota de su hermano mayor le ha gastado una broma.
-¡Idiota! ¡Pero qué haces!
-Creo que hoy no te vas a tener que duchar- dice intentando aguantar la risa mientras que habla.
-¡Pero a qué ha venido eso!
-No sé, me he levantado pronto y me aburría.
-Claro, y qué otra cosa mejor que hacer que echarle un cubo de agua fría a tu hermana pequeña.
-No te pongas así Dawn.
-¡Cómo quieres que me ponga! ¡Me acabas de empapar entera! ¡Cómo me gustaría tener un hermano decente!
-Bienvenida al club de: ¡Cómo me gustaría cambiar a mi hermano/a!
-Me voy a cambiar porque como alguien me vea así…
-¿Quién te va a ver si estamos en nuestro jardín?
-¡Que me da igual eso! ¡Está nevando y voy a coger una neumonía cómo siga empapada!- Dawn y Max, su hermano, son el Jing y el Jang, si uno dice que sí, el otro dice que no, cuándo él dice blanco ella dice negro.
Dawn sube a su habitación, se seca y se viste con ropa de calle, no se iba a volver a poner un pijama ya que luego entonces se tendría que volver a cambiar.
Baja otra vez, ve que su madre se ha despertado ya y que está haciendo el desayuno.
-¿Estás ya vestida?
-Max me ha echado un cubo de agua fría encima y me he ido a cambiar,
-¡Max!- gritó su madre muy enfadada.
-¿Sí mamá?
-¡Cómo se te ocurre echarle un cubo de agua a tu hermana!
-Me aburría- mira a Dawn- chivata.
-Te comportas como un crío pequeño- Dawn tiene catorce años y su hermano diecisiete, aunque algunas veces ella parece la mayor.
-¡Basta ya! Tomaos el desayuno y desapareced de mi vista- la frase más conocida de su madre.
-¿A qué viene tanto jaleo?
- A que Max es un imbécil.
-Luego soy yo el crío pequeño.
-Estamos todos los días con lo mismo, ¿ no puede haber una diminuta tregua aunque sólo sean unos míseros segundos? Y no cuenta la hora de dormir.
-Ya he terminado, de todas formas no tengo mucha hambre, he quedado con Marina y con Lola. Adiós.
  
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Ocho de la mañana, establos de Campo de las estrellas.

Con desgana entra a los establos una figura de cabello negro y ojos marrones, apenas ha desayunado y hoy no era su día, se le había roto el despertador y había dormido hasta tarde, y lo último que quería hacer era empezar a limpiar porquerías de caballo.
Le da de comer a los caballos, les habla…, esa era la mejor parte, luego venía lo de recoger los restos de la comida, y todo lo que sobró de ayer.
Por una puerta entra su jefe, le mira con cara de enfado.
-¿Por qué has llegado tan tarde?
-Se me ha roto el despertador.
-Por esta vez vale, pero quiero que te arregles el despertador, o que te compres uno nuevo, eso da igual.
-Oído cocina. Hablando de cocina…
-Toma- le tira una manzana, el chico le sonríe como muestra de agradecimiento, con eso al menos tenía algo más de energía.
Empezó a limpiar establo por establo, revisó a todos los caballos para ver si estaban sanos. Salió un rato, vio cómo entraban los primeros alumnos, dejó el rastrillo y fue hacia la sala de reuniones, sin darse cuenta, habían pasado ya tres horas trabajando, al final se había entretenido más de lo que pensaba. Se echa un poco de zumo en el vaso, se lo bebe, y vuelve al trabajo,
Lo que más le gustaría en este momento sería ensillar a un caballo y salir a montar con él ya que le apasionan, pero no es su actividad favorita, lo que le gusta a él es pasar todo su tiempo con aquellos hermosos animales, pero no podía.
Las dos de la tarde, se va ya hacia su casa para comer, su turno de mañana ha terminada, pero le queda el de la tarde, los fines de semana son jornada completa, mañana y tarde.
Empezó su trabajo porque necesitaba dinero y porque era el trabajo que más le gustaba, pero no se quejaba.
Un poco la comida de siempre, algo ligero pero con los nutrientes necesarios, para no estar muy pesado después.
De pronto, nota que se choca con alguien.

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 Diez de la mañana. Cerca de un lago helado.
-Hola chicas- dice Dawn.
-¿Qué tal?
-Bien, aquí, tirandillo. ¿Y tú?- dice Lola.
-Lo mismo, como siempre - responde Dawn.
-Ya, te comprendo- afirma Marina.
-Vais a ir a equitación esta tarde, ¿no?- pregunta Lola.
-Yo sí. A demás, tengo el mismo sueñecito del caballo desde hace ya tiempo.
-¿Pero lo has visto alguna vez cuando paseabas o íbamos a campo a través?
-No, si lo he visto ha sido sólo en mis sueños.
-Pues vaya cosa más rara, ¿no?
-Mirad, ahí está- Lola se alisa un poco el pelo con las manos y se hace la tonta cuando pasa Luis, que es dos años mayor que ellas pero que es el chico más popular del instituto.
-¿Pero cómo te puede gustar?- pregunta Dawn, a la que enrealidad si que le gusta pero eso sólo lo sabe Marina, ya que es Lola, la que piensa en él.
-Pues habló la que es su amiguita del alma.
-Sí, una cosa es que me caiga bien y otra es que se me caiga la baba en cuanto le miro.
-Hola chicas.
-Hola Luis- dicen las tres a la vez, Dawn y Luis se llevan dos años, pero son amigos desde siempre, y claro de una cosa va a la otra, que al final se acaban gustando un poco el uno al otro.
-¿Qué hacéis?
- No sé, tal vez estemos reflexionando sobre la inmortalidad del cangrejo, ¿tú qué crees?- se burla Dawn.
-¡Perdona, no me mates! ¿Otra vez el sueño del caballo?
-¡Me estoy volviendo la típica madrugadora que tiene un hermano estúpido que le echa cubos de agua helada encima porque “se aburría”!
-Perdonad, pero nosotras también estamos aquí- Cristina llama la atención de los chicos.
-¡Ay, se me ha olvidado! ¡Hoy es el cumpleaños de mi tía y tengo que llamarla! Vuelvo en seguida-  va hacia un lado, saca el móvil, y marca el número.
-Oye, Luis, ¿te puedo hacer una pregunta?- dice Cristina.
-Dime.
-¿Te gusta Dawn verdad?
-Puede que sí, puede que no.
-Venga que no tenemos tres años.
-Vale, lo admito, puede que me guste un poco.
-¿Y por qué no se lo dices?
-Porque, primero, yo no le gusto a ella y segundo…
-No, tú no le gustas a ella. ¿Sabes que el otro día me encontré a un reno de Papá Noel comprando una bagette en la panadería de Isa? Venga Luis, un poco más y nos ponemos a cantar: “Vamos a contar mentiras, vamos a contar mentiras”.
-Vaya por Dios, tú apóyale para pedirle salir a Dawn y que yo me quede sabiendo  que ya no va a estar libre- le susurra Lola a Cristina.
-De verdad, Lola, estás muy mal. ¿No vas a apoyar a tus amigos en esto?
-¿Quieres que mienta? Bueno, sólo por esta vez.
-Chicos- dice Dawn-, me tengo que ir a mi casa, nos vemos esta tarde, adiós.
-Creo que yo también me voy. Au revoir mademoiselles.
-Chao.
Cada uno come en su  casa, hace lo que tiene que hacer, y por fin llega el esperado momento de las clases de equitación.
Dawn coge la bicicleta y va por la carretera hasta el recinto.
-Hola chicos.
-¿Vamos a ensillar a los caballos?
-Sí, vamos.
Y dentro de los establos, de repente, Dawn siente un fuerte dolor en la frente, parece haberse chocado con algo o alguien.

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